En la última aparición, octubre de 1917, la Virgen María dijo por fin su nombre: “Soy la Señora del Rosario”, y volvió a insistir en su recomendación: “Sigan rezando el rosario todos los días".

domingo, 14 de noviembre de 2010

¿María, le hace competencia a Cristo?


1. María nos conduce a Jesús. Tenemos que responder primero a algunos temores, críticas frente a la piedad mariana: Muchos temen que María aparte de Cristo, le haga “competencia”, se coloque como “pantalla” entre Dios y nosotros. En el origen de ese temor suelen encontrarse experiencias negativas, provocadas por prácticas desviadas de piedad Mariana, o enfoques falsos sobre la persona de María. Pero tales temores no corresponden a la realidad querida por Dios y proclamada por la Iglesia en su vida y en su doctrina.

2. Haced lo que Él os diga. Juan Pablo II dijo: “María estuvo de verdad unida a Jesús. No se han conservado en el Evangelio muchas palabras suyas; pero las que han quedado nos llevan de nuevo a su Hijo y a su palabra. En Caná de Galilea se dirigió a los sirvientes con estas palabras: “Hagan lo que él os diga”. Este mismo mensaje sigue diciéndonos hoy.

“Haced lo que El os diga” son las últimas palabras de la Virgen conservadas en el Evangelio. Son, por eso, como el testamento de Ella. Y más que a los sirvientes de la boda, son palabras dirigidas a los hombres de todos los tiempos. Contienen todo el anhelo, la vivencia y la misión de María: conducirnos a la identificación con Cristo.

3. María está en el centro. Sabemos todos: María no es el centro de nuestra fe, no es la razón verdadera de nuestra confianza, no es el último fin de nuestro amor – sino Jesucristo y con Él, el Dios trino Pero sentimos que Ella forma parte de los misterios centrales de nuestra fe. María sin ser el centro, está en el centro. Sentimos que María, por su posición única en la historia general de la salvación, también tiene una posición peculiar en nuestra historia personal de salvación.

4. El camino normal. María es para nosotros el camino normal hacia Jesucristo. Ya los Padres de la Iglesia dijeron: El camino por el que Cristo llegó al hombre, debe ser también el camino por el que nosotros lleguemos a Cristo. Y Cristo vino a nosotros por medio de la Virgen. Cuando le damos a María un lugar privilegiado en nuestros corazones, y nos confiamos a su educación, entonces estamos en el camino hacia su Hijo, entonces Ella nos conduce hacia Cristo y el Dios trino.

5. El camino más fácil, más corto, más seguro. María no sólo es el camino normal hacia Cristo. Ella es, según una palabra del Papa San Pio X, también el camino más fácil, más corto, más seguro hacia Cristo.
La devoción Mariana es uno de los grandes dones de Dios al pueblo: lo demuestra el gran entusiasmo con el cual se ha recibido la imagen de la Virgen en todos los lugares. Y si amamos tanto a la Virgen, estamos amando ya a Cristo.

Porque esta es una de las leyes misteriosas del amor. El verdadero amor implica e incluye el amor a todo y a todos los que ama el ser querido. Por eso, el amor a María se prolonga y se convierte – tarde o temprano – en amor a Cristo.

6. El camino más fecundo. María es también y por último, el camino más fecundo hacia Cristo. El mismo Papa San Pio décimo nos dice una palabra hermosa: “La Sma. Virgen nos regala un conocimiento vital de Cristo.”

7. Es el carisma de María, carisma femenino y maternal: acercar vitalmente a las personas de la Trinidad, regalarnos familiaridad con el mundo sobrenatural, hacer de la Iglesia un hogar, del hombre un hermano. Este carisma explica la fuerza y el arraigo de la devoción mariana en el pueblo.

8. Ejemplo de los grandes Santos. Los grandes Santos de todos los siglos afirman y prueban con su vida la verdad y la importancia de este camino clásico POR MARÍA A JESUS. Han sido casi sin excepción hombres y mujeres con una gran devoción Mariana. Muchos de ellos hasta se han consagrado a la Virgen y Ella Virgen, sin falta, los ha conducido a su hijo hacia la cumbre de la santidad.

9. María es la tierra de encuentro con Cristo. Todo el amor que le reglamos a la Sma. Virgen, Ella lo lleva hacia el Señor. Y así nuestro amor encuentra, por medio de María, el camino más fácil, más corto, más seguro y más fecundo hacia Jesucristo y Dios.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Qué es María para mí?
2. ¿Cuál es mi oración favorita a María?
3. ¿Qué me dice la frase “Por María a Jesús”?

lunes, 8 de noviembre de 2010

VOLVER LOS OJOS A LA INMACULADA VIRGEN MARIA



¡Virgen María! el bien que encierras en tu Corazón Inmaculado es mucho mayor que el mal del enemigo.
Autor: Pedro García, misionero claretiano | Fuente: Catholic.net

Nos gusta mucho mirar los males que padece nuestro mundo, la sociedad que nos rodea. Y no es porque seamos pesimistas, o porque tengamos manías autodestructivas o masoquistas, como se dice, ¡no!... Si miramos nosotros el mal, es porque queremos oponerle el bien.

Tenemos el optimismo debido, sabiendo que los males se pueden remediar cuando nosotros les aplicamos los medios oportunos. Es lo que hacemos en nuestros mensajes siempre que sacamos a relucir algunos males: es porque sabemos que aplicamos a la enfermedad la medicina apropiada.

Hoy, por ejemplo, me gustaría tender de nuevo una mirada al mundo nuestro. El que ha perdido el sentido del pecado, el de las guerras, el de la droga, el del sexo desbordado, el del tráfico de la mujer y de los menores para la prostitución, el del materialismo, el de la rebeldía juvenil, el del infanticidio con el aborto despiadado, el del paganismo galopante... ¿De veras que no tiene remedio tanto mal?...


Digo esto, porque se me ocurre una anécdota muy interesante:

A mitades del siglo diecinueve, el Papa Pío IX estaba muy preocupado por los males que aquejaban al mundo. Le obsesionaba, sobre todo, el avance del Racionalismo que amenazaba gravemente el por-venir de la Iglesia. El Papa meditaba, exponía sus temores, consultaba. Y un Cardenal, famoso en la Roma de entonces por el montón de lenguas que hablaba, le decía repetidamente al Papa:

- Santidad, defina el dogma de la Inmaculada Concepción.

El insigne Cardenal sabía lo que se decía. Venía a decirle al Papa:

- Proponga al mundo, Santo Padre, un ideal muy alto de santidad, de belleza y de pureza.

El Papa le hizo caso y definió el dogma de la Inmaculada.


El Cielo, con las apariciones de Lourdes cuatro años después, vino a ratificar el gesto del Vicario de Jesucristo.

El Racionalismo encontró una roca de contención en su avance. Y la piedad cristiana se acrecentó enormemente con la devoción a la Virgen Inmaculada.

Ahora nos podemos preguntar nosotros. - ¿Nos encontramos hoy mejor o peor que en los tiempos del Papa Pío IX? ¿Tenemos o no tenemos derecho a estar preocupados? ¿Nos importa o no nos importa que muchos deserten de su fe; que se acomoden a un mundo cada vez más secularizado; que acepten prácticas totalmente paganas; que se rebelen contra la Iglesia y su Autoridad; en una palabra, que se vayan alejando cada vez más de Dios?...
Nos preocupa esto, y mucho, a los que nos llamamos cristianos y católicos, porque sabemos el riesgo que muchas almas corren de perderse.

Pero, al mismo tiempo, ¿no sabremos oponernos eficazmente para detener el mal y promover el bien?... ¿No podremos hoy volver también los ojos a la Inmaculada Virgen María?...

Si vivimos nosotros el amor, la invocación, la imitación de la Virgen, y si lo hacemos vivir a los demás, promoviendo su devoción, ¿no pondríamos el remedio de los remedios a muchos de los males que nos rodean?
La salvación nos vendrá siempre de Dios por Jesucristo. Pero, es que Jesucristo y Dios han tenido la elegancia con su Madre de confiarle a Ella los problemas más grandes de la Iglesia.

Además, nos la han propuesto como el modelo y el ejemplar de lo que Dios quiere de nosotros. ¿Qué ocurriría entonces, si amamos a la Virgen y la hacemos amar?...

¿Mirar a la Inmaculada, triunfadora del demonio en el primer instante de su Concepción, y dejarle al Maligno que avance por el mundo, destruyendo el Reino de Dios?... Imposible.

¿Mirar a María, ideal de pureza sin mancha alguna, y seguir sus hijos como víctimas vencidas de la impureza?... Imposible.

¿Mirar a María, la Mujer elevada a la máxima altura de Dios, honor y orgullo de la Humanidad, y no respetar, defender, promover y amar a la mujer como lo hacemos con María?... Imposible.

¿Mirar a María e invocarla, para que ayude hoy a la Iglesia, como la ayudó en los momentos difíciles de otros tiempos, y que Ella nos abandone a nuestra pobre suerte?... Imposible.

Todas esas cosas son imposibles porque María tiene un Corazón de Madre. Y es imposible que la Madre permanezca indiferente a los males de sus hijos.

Ciertamente que habremos de contar siempre con la malicia humana, guiada por el enemigo que desde el paraíso nos persigue a muerte para evitar nuestra salvación, llevado del odio que le tiene a Dios y la envidia con que nos mira a los redimidos. Dios previno esta lucha entre el dragón y la Mujer, pero la victoria definitiva se la asignó a la Mujer y no al dragón. María, Mujer delicada y Madre tierna, se presenta al mismo tiempo en la Biblia como una guerrera invencible en las batallas de Dios.

¡Virgen María! El mal del mundo es muy grande. Pero el bien que encierras en tu Corazón Inmaculado es mucho mayor. La Iglesia, Pueblo y Familia de Dios, te invoca confiada. ¿Quién va a poder más, el enemigo o Tú?....

martes, 2 de noviembre de 2010

DE MARIA SIEMPRE HAY ALGO MAS QUE DECIR



Las letanías del Rosario. Son alabanzas, piropos de amor, de ternura a María.
Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


Madre admirable
De María nunca se dirá todo. No se puede. Siempre hay algo más que decir de hermoso, de dulce, de grande. Las letanías son un amable intento de decir todas las grandezas de María, pero se quedan cortas.
Admirable por sus privilegios: gentilezas de Dios para su Flor: Inmaculada es su nombre, lo que la distingue y la hace brillar en la noche del mundo. Admirable por su sencillez: Tan grande y tan chica. Con una mano toca a Dios Omnipotente y con otra a sus niños de la tierra. “He aquí la esclava del Señor”. Queremos conocer a la esclava más maravillosa del mundo. Sirve en los atrios del Señor. Nos han contado tantas cosas de su santidad, de su belleza. Dicen que sus manos son las más bellas y que las usa solamente para servir, para hacer el bien... Admirable como el paisaje que se mira y se vuelve a mirar y nunca se quiere dejar de contemplar, porque infunde alegría, ternura, admiración.
Oh Madre admirable, maravillosa...Todos los adjetivos se quedan chicos porque eres demasiado grande, santa y hermosa. Quiero mirarme en tus ojos purísimos, en ese océano de amor y pureza para que, por contagio, algo de Ti se pase a mí: algo de tu pujreza, de tu amor, de tu santidad.
Eres un paisaje que han admirado millones de seres antes que nosotros, y detrás de nosotros seguirán admirándote sin cansarse jamás. ¿¡Qué tienes, criatura celestial, que todos se enamoran de Tú...?


Madre del buen consejo
Gentil Pastora que sabe guiar a la vida eterna y a la vida digna de vivirse. “El Señor es mi Pastor”.También quiero decir : María es mi pastora. Maestra insuperable: Dichosos los alumnos de tu escuela, María. Consejera única, porque le asiste el Espíritu Santo en persona.
Yo necesito tu maravilloso consejo para los mil asuntos que ignoro. Yo tengo los problemas y Tú tienes las soluciones. Guíame a la vida eterna, mi destino final, aquello por lo que existo y para lo que fui creado.
Dame algo de tu sabiduría para resolver amablemente las dificultades de miles de hermanos míos que sufren, que lloran y no saben para qué sirve el vivir. Enséñame cuál es el sentido del vivir, de sufrir, de morir. Ayúdame a amar mucho esta vida, pero infinitamente más la otra.
Aconseja al Jesús de la tierra, al Vicario de tu Hijo, a los obispos, sacerdotes...Enséñanos a discernir los engaños del Padre de la Mentira de las luces del Espíritu Santo. Madre del buen consejo, te necesitamos tanto en un mundo lleno de confusión y de sombras...


Madre del Creador
El Creador quiso ser creado en su naturaleza humana y por eso requirió de una madre. Eres madre del Creador por eso, porque le diste la naturaleza humana, un cuerpo de hombre. Madre del que creó el mundo. Por un lado criatura y por otra creadora de la vida humana del Creador. Tú tuviste entre tus brazos y alimentaste al Creador niño. Lo acunaste, le enseñaste a caminar, a hablar, a rezar, a vivir como hombre. Y te obedeció durante treinta años.
Engendradora del Camino, la Verdad y la Vida. Cuánto nos diste a nosotros al darla la vida a Él. Porque hiciste hermano nuestro al Dios, nuestro Salvador. Y Él, a su vez, te convirtió en Madre nuestra también. Y todo por amor de Dios a Ti y a nosotros. Estableciste un parentesco inusitado: Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo, Madre nuestra.


Madre del Salvador
Como el Creador de mundos se hizo Salvador del Hombre, Tú adquiriste un nuevo título y parentesco: Madre del Salvador. Cuando otra mujer escuchó a tu Hijo Salvador pensó amorosamente en Ti. “Bendito el seno que te llevó y los pechos que te criaron”. Te llamó bendita. Te llamamos bendita porque eres la fuente de la fuente de aguas vivas y eres la Madre de la salvación que se llama Jesús. Al dar las gracias a Cristo, volvemos la mirada a quien fue su Madre.
El Salvador debía morir en una cruz<>Virgen prudentísima
Hablas cuando se requiere y callas cuando debes callar. No hablaste cuando José, ignorante del milagro que crecía en Ti, sufría sin saber. A los doce años de Jesús le preguntaste por qué. Pero cuando Él te respondió con otro por qué, callaste, aunque no tenías la respuesta. Conservabas todas aquellas palabras y misterios en tu corazón.
Pero en Caná hablaste, insististe, porque era necesario el milagro. No sólo conseguiste el mejor vino del mundo, para alegría de los comensales, sino que hiciste crecer la fe de los apóstoles.
Yo suelo hablar cuando debo y también cuando no debo. Y callo, por cobardía, muchas veces que debida hablar. ;e sobra cobardía y me falta prudencia. Virgen prudente, me inscribo en tu escuela para aprender esta difícil virtud.
Te apareces a gente sencilla y humilde, porque no quieres inquietar a los poderosos Eso es también prudencia, Sigues siendo en el cielo la Niña eterna que aquí fuiste..En los primeros siglos de la Iglesia dejaste actuar a Pedro y a los Apóstoles, y Tú actúas y ayudas desde la segunda fila. No quieres ser protagonista.

Virgen digna de veneración, de alabanza
He visto cientos de fervorosas procesiones de la Virgen, altares adornados con millares de flores, las flores más bellas, desde niño. En el calendario abundan las fiestas dedicadas a María, comenzando por la del primero de enero, María Madre de Dios, Esta fiesta invita a colocar el nuevo año en sui corazón.
Un mes primaveral, Mayo, se le dedica entero a la Virgen María. ¿Quién no ha llevado flores a la Virgen en el mes de Mayo? Tanto derroche de flores, ¿por qué? La flor es en sí hermosa, pero además es portadora de cariño, de ternura. En los altares de María hay infinidad de bellas flores, porque es mucho el amor de sus hijos.
Y las advocaciones tratan de obligar a María a quedarse en una región, a emparentar con un pueblo. Y así, la Virgen del Carmen, del Perpetuo Socorro, La Virgen de Guadalupe, Fátima, Lourdes... Así, la Madre de todos se convierte especialmente en Madre de los habitantes de un pueblo, añadiéndole su título particular.
El amor también canta. No podían faltar las hermosas canciones a la Virgen, que, si las juntáramos, serían miles y miles. Lo mejor dela cariño se muestra cantando. Millones de cristianos cantan a diario a su Madre del cielo. El que nunca te lleve una flor o te entone una canción, no sabe nada del amor...

miércoles, 27 de octubre de 2010

REINA Y MADRE DE SUS QUERIDOS HIJOS


Meditaciones del Rosario. Quinto Misterio Glorioso. La Coronación de la Virgen como Reina del Cielo y de la Tierra.
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


Voy a escribir una carta destinada a la Virgen María en el cielo. Una forma muy sencilla y profunda de manifestar el aprecio y cariño a una persona es a través de una carta. Lo importante no es mi carta sino la que tú escribas a María desde el fondo de tu corazón.

Querida y respetable señora, queridísima madre:

Sé que estoy escribiendo a la mujer más maravillosa del mundo.
Y esto me hace temblar de regocijo, de amor y de respeto.

Cuántas mujeres en el mundo, queriendo parecerse a ti, llevan con orgullo santo el dulce nombre de María. Cuantas iglesias dedicadas a tu nombre.

Tú eres toda amor, amor total a Dios y amor misericordiosísimo a los hombres, tus pobres hijos. Eres el lado misericordioso y tierno del amor de Dios a los hombres, como si tu fueses la especie sacramental a través de la cual Dios se revela y se da como ternura, amor y misericordia.

Estoy escribiendo una carta a la Madre de Dios: Esa es tu grandeza incomparable. Eres la gota de rocío que engendra a la nube de la que Tú procedes.

Me mereces un respeto total, al considerar que la sangre que tu hijo derramó en el Calvario es la sangre de una mártir, es tu propia sangre; porque Dios, tu hijo, lleva en sus venas tu sangre, María.

Pero el respeto que me mereces como Madre de Dios se transforma en ímpetu de amor, al saber que eres mi madre desde Belén, desde el Calvario, y para siempre.

Y por eso, después de Dios me quieres como nadie. Yo sé que todos los amores juntos de la tierra no igualan al que Tú tienes por mí. Si esto es verdad, no puedo resistir la alegría tremenda que siento dentro de mi corazón.

Pero ese amor es algo muy especial, porque soy otro Jesús en el mundo, alter Christus.
Tú lo supiste esto antes que ningún teólogo, desde el principio de la redención. No puedo creer que me mires con mucho respeto.

Para ti un sacerdote es algo sagrado. Agradezco a tu Hijo, al Niño aquél, maravilla del mundo, que todavía contemplo reclinado en tus brazos, su sonrisa, su caricia y su abrazo que quedaron impresos a fuego en mi corazón para siempre.


Oh bendito Niño que nos vino a salvar.
Oh bendita Madre que nos lo trajiste.

Contigo nos han venido todas las gracias, por voluntad de ese Niño. Todo lo bueno y hermoso que me ha hecho, me hace y me hará feliz, tendrá que ver contigo. Por eso te llamamos con uno de los nombres más entrañables: Causa de nuestra alegría.

He sabido que tu Hijo dijo un día: "Alegraos más bien de que vuestos nombres estén escritos en el cielo" Sí. Escritos en el cielo por tu mano, Madre amorosísima. Cuando dijiste sí a Dios, escribiste nuestos nombres en la lista de los redimidos. Y esta alegría nos acompaña siempre, porque Tú tambien como Jesús estás y estarás con nosotros todos los días de nuestra vida.

¡Qué hermosa es la vida contigo, junto a ti, escuchándote, contemplando tus ojos dulcísimos y tu sonrisa infinita! También como a Dios, yo te quiero con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas.

Sigo escribiendo mi carta a la que es puerta del cielo. ¡Cómo he soñado desde aquel día, en que experimenté el cielo en aquella cueva, en vivir eternamente en ese paraíso! Junto a Dios y junto a ti, porque eso es el cielo. La puerta de la felicidad eterna, sin fin, tiene una llave que se llama María.

Cuanto anhelo ese momento en que tu mano purísima me abra esa puerta del cielo eterno y feliz.

Oh Madre amantísima, eres digna de todo mi amor, por lo buena que eres, por lo santa, santísima que eres, la Inmaculada, la llena de gracia, por ser mi Madre, por lo que te debo: una deuda infinita, porque, después de Dios, nadie me quiere tanto, por tu encantadora sencillez.

Yo sé, Madre mía, que, después de ver a Dios, el éxtasis más sublime del cielo será mirarte a los ojos y escuchar que me dices: Hijo mío, Y sorprenderme a mí mismo diciendo: Madre bendita, te quiero por toda la eternidad.

Oh Virgen clementísima, Madre del hijo pródigo -Yo soy el hijo pródigo de la parábla de tu hijo- que aprendiste de Jesús el inefable oficio de curar heridas, consolar las penas, enjugar las lágrimas, suavizar todo, perdonar todo. Perdóname todo y para siempre, oh Madre.

Bellísima reina, Madre del amor hermoso, toda hermosa eres,María. Eres la delicia de Dios, eres la flor más bella que ha producido la tierra. Tu nombre es dulzura, es miel de colmena. Dios te hizo en molde de diamantes y rubíes. Y después de crearte, rompió el molde. Le saliste hermosísima, adornada de todas las virtudes, con sonrisa celestial...

Y cuando Él moría en la cruz, nos la regaló.
Por eso, Tú eres toda de Jesús por derecho.
y toda de nosotros por regalo.

Todo tuyo y para siempre.


CONCLUSIÓN:

Asistimos hoy al desamparo de muchas madres que sufren antes de crear hijos, que siguen sufriendo al engendrarlos, y sufren mucho más al tener que educarlos, por no mencionar a las madres que suprimen a algún hijo. Todas tienen una Abogada en el cielo, que les ayuda misericordiosamente por ser Ella también mujer y madre. Todas las que deseen saber cómo es, cómo ama y cómo se realiza una mujer deben mirar al cielo y contemplar a su celestial patrona e intercesora, la redentora de la mujer, de su maternidad, de su amor y de su felicidad en la tierra y en el cielo.


Oración:

El cielo es tu sitio, Virgen María. Y el cielo es también el sitio para tus hijos. No permitas que los hijos de una madre que vivió y murió de amor, vivan y mueran de hastío. Llévanos al cielo. Haznos vivir en la tierra como quienes están de paso hacia la felicidad eterna. Que dejemos pasar lo pasajero y nos aferremos a lo eterno. Amén.


sábado, 23 de octubre de 2010

FUERZA DEL ROSARIO


A lo largo de la historia, se ha visto como el rezo del Santo Rosario pone al demonio fuera de la ruta del hombre y de la Iglesia. Llena de bendiciones a quienes lo rezan con devoción. Nuestra Madre del Cielo ha seguido promoviéndolo, principalmente en sus apariciones a los pastorcillos de Fátima.

El Rosario es una verdadera fuente de gracias. María es medianera de las gracias de Dios. Dios ha querido que muchas gracias nos lleguen por su conducto, ya que fue por ella que nos llegó la salvación.


Todo cristiano puede rezar el Rosario. Es una oración muy completa, ya que requiere del empleo simultáneo de tres potencias de la persona: física, vocal y espiritual. Las cuentas favorecen la concentración de la mente.

Rezar el Rosario es como llevar diez flores a María en cada misterio. Es una manera de repetirle muchas veces lo mucho que la queremos. El amor y la piedad no se cansan nunca de repetir con frecuencia las mismas palabras, porque siempre contienen algo nuevo. Si lo rezamos todos los días, la Virgen nos llenará de gracias y nos ayudará a llegar al Cielo. María intercede por nosotros sus hijos y no nos deja de premiar con su ayuda. Al rezarlo, recordamos con la mente y el corazón los misterios de la vida de Jesús y los misterios de la conducta admirable de María: los gozosos, los dolorosos, los gloriosos y los luminosos. Nos metemos en las escenas evangélicas: Belén, Nazaret, Jerusalén, el huerto de los Olivos, el Calvario, María al pie de la cruz, Cristo resucitado, el Cielo, todo esto pasa por nuestra mente mientras nuestros labios oran.

martes, 19 de octubre de 2010

Perdónanos, Madre, Aunque a veces sí sabemos lo que hacemos



Meditaciones del Rosario. Cuarto Misterio Doloroso. Jesús con la cruz a cuestas
Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Lo matarían en poco tiempo. ¿Y qué clase de muerte? Las había horribles. Horrible sería morir para tu Hijo. ¿La degollación, la horca, la cruz? Lo que siempre habías temido, por fin había llegado: “Mi Hijo morirá en breve”. Y tal vez de una muerte horrible. ¿Qué mal había hecho? Ninguno, nunca, a nadie. Pero estaba profetizado y tenía que suceder. La espada de Simeón penetraba en tu corazón de forma cruel. Escuchas un griterío, ves gente que corre enardecida. Te imaginas lo peor. Lo van a hacer pedazos.

Cruzando unas calles alcanzas a ver sobresaliendo entre la multitud tres cruces. La espada se clava mucho más. ¿Escuchaste? “Si eres el Hijo de Dios...” No puede ser otro que tu Hijo. Te lo han confirmado los insultos de la plebe. No solo morirá pronto. Morirá crucificado... Nada ni nadie le salvará. Los soldados lo vigilan. La voluntad de Dios está clara. ¿Aceptarla? ¡Qué terrible, qué agonía! Prefieres morir Tú mil veces...

Un golpe seco y una de las cruces desaparece por momentos. Está tirada en el piso y en el piso también yace tirado tu Hijo: No puede con la cruz. La flagelación fue horrible y no le quedan fuerzas más que para exhalar el último suspiro. Aumenta el griterío, los insultos, los estallidos de los látigos sobre la espalda triturada.

Por fin logras acercarte y contemplar de cerca la escena. Tus ojos se encuentran con los de Jesús; tu amor y el suyo se abrazan en un nudo de dolor y de ternura. Le dices con todo tu ser que estás ahí y estarás con Él, acompañándole, confortándole, hasta el final. El encuentro del Nuevo Adán con la Nueva Eva hubiera amansado a la fiera más feroz. Penosamente la cruz avanza hacia el agujero preparado en el piso del Calvario donde será plantada como árbol de vida.

El Cirineo le ayuda. Es un alivio. Un hombre que se anima a llevar la cruz en su lugar. Pero ahora la cruz avanza más rápido hacia el lugar de la ejecución. Un hombre robusto la lleva. Cuanto le agradece a ese hombre desconocido, como a todos los que hacen más llevadero el dolor de Jesús. Hay muchos Cireneos y Verónicas que se compadecen, que ayudan a Jesús en la terrible tarea de la redención del hombre.

Una mujer valiente también se compadece, logra acercarse y secarle el rostro ensangrentado. Jesús agradece a todas las Verónicas que le acompañan en su dolor. María también agradece a los miles de almas que acompañan a Jesús en su sufrimiento.

Se escucha un golpe seco de madera pero amortiguado porque cae sobre la espalda de Jesús. La cruz le golpea, le machaca un poco más antes de matarlo del todo. Pero Jesús no maldice la cruz. Sabe que la cruz es un cetro, un trono y el instrumento precioso de la redención. Los cristianos que han comprendido no maldicen la cruz, la veneran. “Líbreme Dios de gloriarme en nada sino es en la cruza de nuestro Señor Jesucristo...” San Pablo.

Cada uno lleva su cruz hacia su propia montaña del Calvario. Unos reniegan, otros la abrazan; pero todos llevan su cruz. Esas cruces, comenzando por la de Jesús y la de todos los demás formarán en el cielo un bosque sagrado que visitaremos de rodillas.

Jesús merece toda la compasión, pero no la pide. El se compadece de todas aquellas
mujeres que lloran por Él: “No lloréis por mí, llorad, más bien, por vosotras y por vuestros hijos...” Y da la razón del leño verde y del leño seco. Tan en serio quiso tomarse la redención el leño verde que por algo será. Jesús recordó en ese momento el infierno eterno donde irán a parar los leños secos. Se lo recordó a las madres de los duros hebreos y a todas las que quisieran oírlo.

Tercera caída, La cruz le aplasta, el pecado de toda la Humanidad le doblega; es un
gusano que se arrastra por el suelo. Tal vez murió por un rato. Y a base de golpes volvió en sí. Se incorporó de nuevo. Jesús cae, pero siempre se levanta. Así nos enseña qué hacer cuando caemos: Levantarnos siempre. Y volver a empezar. Seguir nuestro camino.
Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen.

Esa palabra apagó el incendio de odio de todo el mundo contra Él. Los excusa. Ciertamente unos no saben, otros sí. Pero Cristo los excusa a todos, a todos perdona, y morirá habiendo perdonado a todos los hombres, y sin almacenar una gota de rencor hacia ninguno. Un perdón más ancho que el mar, más inmenso que el cielo. Jesús no sabía odiar, sólo amar. El perdón es una finura del amor. Al pedir perdón por todos demostró que amaba a todos.

Madre, que escuchaste esta palabra de Jesús, nosotros te decimos “Perdónanos, Madre, aunque a veces sí sabemos lo que hacemos”.

Ese perdón llega fresco, director, eficaz, al pecador, cada vez que se arrodilla en el confesionario. Los condenados están perdonados, pero no quisieron el perdón. Se requería un mínimo de humildad y arrepentimiento, pero ni eso tuvieron. Mientras que otros, al menos al final, incluso en el último día, lo tuvieron, y se salvaron.

El buen ladrón fue uno de estos. ¿Qué le movió el corazón a hacer la oración que le salvó su alma?¿El encuentro de María con Jesús?¿La paciencia y humildad infinita del Redentor? El caso es que se dejó mover por la gracia y oró así: “Acuérdate de mí, cuando estés en tu Reino”. Reprochó primero a su compañero por su comportamiento. Y este reproche y la respuesta de Jesús deberían haberle hecho recapacitar. Pero prefirió morder el anzuelo del orgullo y perderse para siempre. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Jesús prometió el cielo para más adelante a muchos. Pero darlo el mismo día sólo a este ladrón. ¡Bendito!

jueves, 14 de octubre de 2010

PRESENCIA DE JESUS Y MARIA EN NUESTRA VIDA



Meditaciones del Rosario. Segundo Misterio de la Luz. Jesús en las Bodas de Caná.
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


Presencia de Jesús y María en los acontecimientos humanos: una boda. Hay que invitarlos a todas las cosas de nuestra vida, seguros de que accederán con gusto. Su presencia transforma las realidades humanas, las alegres y las tristes, en acontecimientos santificadores. Sufrir en su compañía es muy distinto que sufrir solos.

Ellos dan la fuerza y el ejemplo para llevar la propia cruz con amor y alegría. También quieren participar en nuestras alegrías. Porque la alegría es cristiana, es fruto maduro del misterio pascual. Si, según Santa Teresa,”un santo triste es un triste santo”, quiere decir que el cristiano tiene el derecho y el deber de ser un irradiador de alegría. Si Jesús inventó la religión del amor, inventó por lo mismo la religión de los hombres y mujeres más felices. Es la paradoja del cristianismo: Los santos -los mejores cristianos- son los que más han sufrido y también los más felices. “Con la amistad de Cristo, con su presencia, he sido y soy inmensamente feliz, cargando la cruz que Él ha querido darme ...” María adelanta los milagros. Y Jesús condesciende con mucho gusto. Jesús abre el corazón de sus discípulos a la fe, obrando su primer milagro, gracias a la intervención de María.

Todos los que quieran ser apóstoles de Jesús, deben aprender a amar a María, para ser eficaces en su labor de salvación de los hombres. En la salvación de los hijos, debe intervenir la presencia de la Madre, por voluntad del Redentor. El rosario que reza el sacerdote habla muy bien de él. Cuantas veces al Papa se le ve con el rosario entre los dedos. El sacerdote que invoca frecuentemente a María, que predica con entusiasmo sobre Ella a los fieles, tiene garantizado el éxito apostólico. No se puede decir lo mismo del ministro -quizás celoso y trabajador- que no tiene tiempo de rezar el rosario y que demuestra hacia su Madre una superficial adhesión. “Totus tuus” fue lema elegido amorosamente por Juan Pablo II. Pero, aunque no esté esculpido en un escudo, cada sacerdote debe hacerlo propio. La importancia de María para llegar a Jesús: La devoción a María es señal de predestinación.

Dios no permitirá que un alma que ame a María no se salve. El amor a María es un elemento muy específico y gratificante de la religión cristiana. La devoción a María otorga al cristianismo una ternura, una finura y delicadeza extraordinaria. La necesidad que en el orden humano experimentan de una mamá todos los seres humanos, no es menos requerida en el orden del espíritu, Y Dios, que quiso darnos una madre de la tierra para las necesidades materiales, tuvo la buena idea de regalarnos una Madre para las necesidades del espíritu.

El huérfano de madre lo demuestra, el huérfano de madre en el espíritu lo acusa también. María no es un estorbo para llegar a Jesús, al contrario, es el camino más corto y maravilloso para llegar al Mediador. Esta es la voluntad del mismo Mediador, Jesucristo. Jesús mismo que quiso tener una madre, no ha querido privarnos a nosotros de ella, Más aun, la misma madre suya nos la regaló a nosotros, Con ello no sólo nos ha dado una madre, sino la mejor de todas. El agua convertida en vino: Vida triste convertida en vida feliz; mediocridad en santidad; esterilidad en apostolado fecundo. “En tu nombre echaré la red”, dijo Pedro a Jesús. También podemos decir nosotros: “En tu nombre, María, echaremos la red”. Jesús no es celoso, y llenará también nuestras redes de peces. Sin duda que el vino mejor del mundo se bebió en Caná, como lo atestigua el mayordomo de la fiesta.

Cuantas veces nuestra triste vida se nutre de vinagre, de vino de poca calidad o tiene que conformarse con simple agua. María puede pedir Jesús que convierta esa pobre agua en dulce vino que nos dé gusto y fuerzas para el camino de la vida. “Haced lo que Él os diga”. Siempre nos guía a Él, nos invita a obedecerle, a seguirle, a imitarle. Y los discípulos creyeron en Él, por María. Cuando la presencia de María en la vida de un apóstol es constante, ese apóstol tiene la bendición y el beneplácito de Dios. María nunca se cree ni se nombra Maestra, sino discípula; la mejor de todas. Es la que conoce como nadie la religión del amor y quien la ha vivido mejor que ningún cristiano. Por eso puede enseñar a sus hijos lo que Ella sabe. Jesús dijo “ Yo soy el camino, la verdad y la vida”, María podría decirnos. “Yo soy la caminante más decidida, la seguidora de la verdad, la distribuidora de la vida”. Ella nos dice:”Hagan lo que Él les diga”. Él nos dice: “Hagan lo que Ella les diga”
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