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domingo, 11 de julio de 2010
La Virgen de Naju
Los milagros de Naju, Corea del Sur
Déjales saber a todos que Jesucristo está realmente presente, en la Eucaristía, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
Los milagros de Naju, Corea del Sur
Durante los siglos XVIII y XIX casi veinte mil católicos fueron martirizados en Corea, un pequeño país del extremo este del continente asiático. Con la aprobación de la constitución federal del gobierno de la república, Corea del Sur quedaba constituida en 1948, pero entre 1950 y 1953, la guerra que sostuvo con Corea del Norte dejó una población empobrecida y diezmada, que muy lentamente fue recuperándose en medio de revoluciones políticas y sociales.
En Naju, pequeña población de este sufrido país, la Virgen ha querido reconfortar a sus hijos con señales inequívocas de su amor, llamándolos a confiar en Dios, a soportar los sufrimientos, unidos a Ella y a su Hijo, dándoles mensajes de conversión y señalando al mismo tiempo que ésta es la etapa final de su lucha contra el demonio.
Los acontecimientos comenzaron el 30 de abril de 1985 cuando una estatua de la Madre de Dios, propiedad de Julia Kim, comenzó a llorar. Aunque los católicos son una pequeña minoría en Corea, se corrió la voz y poco a poco fue llegando un incontable número de personas que querían presenciar las lágrimas de la Virgen. De ahí en adelante, han ocurrido numerosos fenómenos relacionados con la estatua, la cual derramó lágrimas y lágrimas de sangre, un total de 700 veces, entre el 30 de junio de 1985 y el 14 de enero de 1992. Las pruebas de laboratorio confirmaron que se trataba de sangre humana. También, de la cabeza de la estatua brotó un fragante aceite, fenómeno que duró 700 días consecutivos, desde el 24 de noviembre de 1992 hasta el 23 de octubre de 1994. El día 18 de julio de1985, Julia recibió el primer mensaje de la Virgen. El llamado más urgente es el de la conversión y el regreso de los hombres a Dios, a su Iglesia, a su verdad, a su amor, para que Él pueda sanarlos y restaurarles la vida sobrenatural. La virgen ha pedido a sus hijos, en Naju, que se amen y se perdonen unos a otros y empiecen a vivir una vida de oración, en humildad, con dedicado amor a Dios y el prójimo, para poder participar de un nuevo tiempo de armonía y paz en el Reino de Cristo.
¿Por qué las lágrimas? En junio de 1987, la Virgen le dijo a Julia: "Hija mía, mis lágrimas se deben a que la humanidad no ama a Dios como Él merece, ni se aman las personas entre ellas; también, por terrible pecado del aborto, que mata una cantidad innumerable de bebés diariamente, asesinando inocentes en el útero de sus madres, por cobardía, maldad y placer satánico, y aún, debido a las muchas almas que se niegan a arrepentirse de sus pecados, no buscando la manera de convertirse, y corren el riesgo de la propia condenación eterna".
Una fuerte súplica sale de labios de la Virgen a Julia Kim: "La vida de todos debe ser respetada, especialmente la de los enfermos, los ancianos y los no nacidos. Deja saber a todos que la vida comienza en el momento de la concepción y que el aborto es un asesinato".
Era el año en que Francia lanzaba la píldora abortiva RU-486, se multiplicaban los experimentos con embriones en laboratorios, y grupos feministas radicales luchaban por implantar la ley del aborto en diversas legislaciones. En Europa la eutanasia comenzaba a ser vista con buenos ojos y las campañas de anticonceptivos eran lanzadas abiertamente en los medios de comunicación, con el slogan "sexo seguro", al tiempo que el SIDA cobraba innumerables vidas y se extendía a todo el planeta. La vida humana comenzaba a ser objeto de innumerables manipulaciones y abusos. La Virgen pedía que la vida humana fuese respetada desde el momento de la concepción en el vientre de la madre.
Julia había nacido en 1947, en Naju, y su padre y abuelo habían muerto en 1950, en manos de los soldados comunistas, durante la guerra de Corea. Su vida transcurrió, de ahí en adelante, en una pobreza extrema, hasta deteriorarse su salud algunos años después. Casada con Julio Kim, en 1972, buscó ayuda médica para su enfermedad, y a pesar de someterse a varias cirugías, no parecía haber ninguna esperanza de curación. Un sacerdote católico la consoló diciéndole que sus sufrimientos eran bendiciones de Dios, una gracia mayor que estar sana. Aceptando sus penas con amor, Julia se recobró de su enfermedad y comenzó una vida de verdadera oración. Una noche, Julia tuvo una visión de Nuestro Señor sangrando profusamente de su corazón, y se sintió en extremo movida a hacer reparaciones de por vida, por los pecados de la humanidad. De manera milagrosa, comenzó a recibir intensos dolores en su cuerpo y más tarde se le formaron llagas en las manos y en los pies, que recordaban las heridas de Jesucristo.
Junto a las manifestaciones de la estatua, Julia ha tenido encuentros con la Santísima Virgen y con San Miguel Arcángel. Numerosos mensajes le han sido dados; entre ellos: rezar el Rosario para derrotar al demonio, hacer reparaciones por los pecados del mundo, reparar las heridas de los corazones de Jesús y de María con oraciones y sacrificios, vivir la paz en los hogares, perdonándose unos a otros, y el respeto a la vida humana. Les ha pedido lealtad al Papa y sus enseñanzas, respeto y amor hacia los sacerdotes, y una ferviente oración por ellos para que se aparten de las tentaciones del mundo y sean fieles a su vocación. La Virgen le dijo que una señal aparecería en el cielo de Corea, que sería un signo para todo el mundo. Otro tema importante en los mensajes es la Eucaristía, que empezaba a sufrir interpretaciones que ponían en duda la presencia real del Señor en la hostia consagrada. La Virgen le decía a la vidente: "Déjales saber a todos que Jesucristo está realmente presente, en la Eucaristía, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad... que hagan frecuentes confesiones para recibir al Señor de manera cada vez más digna".
Numerosos milagros eucarísticos han sucedido, relacionados con la vidente, siendo el Papa Juan Pablo II testigo de uno de ellos durante una visita de Julia y su familia al Vaticano, en donde asistieron a una misa en la capilla privada de Su Santidad, el 31 de octubre de 1995. En presencia de Monseñor Nam Ik Paik, quien los acompañaba, y del Papa, en el momento de la comunión, la hostia que recibió Julia tomó la forma de un corazón, mostrándose como carne y sangre. Otros fenómenos similares han sucedido en varias oportunidades y Frei Raymond Spies, el director espiritual de Julia, la ha ayudado en todo momento a presentar ante las autoridades eclesiásticas todo lo referente a estos sucesos.
Muchas sanaciones interiores y curaciones físicas han ocurrido, las cuales son parte de las pruebas que se han presentado para la investigación. En 1985, el Nuncio de la Santa Sede en Corea comenzó a realizar un informe detallado sobre los acontecimientos, y el Arzobispo Victorinus Yoon de la Archidiócesis de Kwangju, que comprende la Parroquia de Naju, formó un comité para coleccionar documentos y verificar los eventos, como parte inicial del proceso canónico.
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