En la mayoría de las imágenes de María,la encontramos con las manos juntas.
Por
así decirlo, se refuerza esa esperanza, esa certeza en la protección
materna de la Virgen. Esas manos juntas de la Virgen nos recuerdan
permanentemente que el oficio más importante de Ella en lo más alto de
los Cielos es interceder, es rezar. ¿A quién se acercan los hombres y
mujeres? ¡A aquellos que saben que rezan por ellos! Como se dice en el
Oficio de Pastores, en el responsorio: "¡Éste es el que ama a sus
hermanos, el que ora mucho por su pueblo!".
Esas manos juntas de
la Virgen nos recuerdan que Ella sigue cumpliendo en el Cielo ese oficio
principal, que fue su oficio principal también aquí en la tierra,
porque entre los muchos privilegios que tiene la Santísima Virgen hay un
privilegio que hace que Ella sea el refugio de los pecadores; hace que
Ella sea el
imán que atrae a las multitudes, hace que Ella sea llamada
bienaventurada por todas las generaciones, y a medida en que nos vayamos
acercando al fin de los tiempos, más aún; de alguna manera, como vemos
en la actualidad, los Santuarios que mayor número de peregrinos tienen
son santuarios de la Virgen: Guadalupe, Lourdes, Fátima, Luján, etc.
Esas
manos juntas nos recuerdan que un día en Caná de Galilea Jesús le dijo:
"no ha llegado mi hora", porque se habían quedado sin vino. Sin
embargo, la Santísima Virgen, con plena conciencia de que Ella es Madre
del Hijo de Dios, va a imperarles a los servidores: «¡Haced lo que Él os
diga!». El Hijo Único de Dios, Aquel que es consustancial al Padre y al
Espíritu Santo, no pudo decir que no a esa intercesión, a ese pedido de
la Santísima Virgen, y por así decirlo se vio obligado a realizar ese
primer
milagro, porque la Santísima Virgen es la "Omnipotencia suplicante". No
es omnipotente como Dios es omnipotente. Como Dios es omnipotente, sólo
Dios es omnipotente. La Virgen no tiene la omnipotencia por su
naturaleza, que es una naturaleza humana, pero sí tiene una forma muy
particular de omnipotencia: es la "Omnipotencia suplicante", es la
omnipotencia de aquella que siempre alcanza lo que pide, porque así como
su Hijo la escuchó en Caná de Galilea, así su Hijo en este mismo
instante sigue escuchando todos y cada uno de los pedidos de la
Santísima Virgen.
Por eso, por muy difíciles que sean los
momentos para nosotros, Aquella que ha comenzado en nosotros la obra
buena, Ella misma la llevará a feliz término.
Por eso hoy, con
renovado fervor, nos encomendamos a María; le pedimos por nuestra
familia, por nuestros trabajos, necesidades y enfermedades. Y le pedimos
a Ella la gracia
de poder aportar nuestro pequeño granito de arena para la construcción
del Reino de Dios.
Esas manos juntas de María, nos invitan a la
oración, las manos juntas de la Inmaculada de Lourdes, y las manos
juntas de la Inmaculada de Fátima: "Rezad, rezad mucho, dijo con aire de
tristeza, y haced sacrificios por los pecadores, pues van muchas almas
al infierno, por no tener quien se sacrifique y pida por ellas".
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martes, 5 de julio de 2011
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