De un simple plumazo con
esta invocación se quiere poner a María en lo más alto de la santidad
conseguida por todas las criaturas humanas.
Motivos muy distintos
tenemos para llamar a María "Reina
de todos los Santos":
1.- En primer lugar, porque
es la Madre del Rey le pertenece a Ella el título de Reina.
2.- Aventaja a todo ser
humano en privilegios: "Es la
Bendita entre todas las mujeres", es la única que
puede ostentar la gracia de tener por Hijo a Dios, no por mérito propio, sino
por pura gratuidad de Dios, su actitud de colaboración a los planes de Dios la
hacen partícipe en la gran obra de la Redención por la que los humanos podemos
alcanzar la gran dignidad de ser partícipe de la naturaleza divina, que nos
hace ser Santos.
3.- Aventaja a todos los
Santos en virtudes y perfecciones, observa al respecto San Bernardo, el apóstol
por excelencia de María en la Edad Media: "No le falta a María: Ni la fe de los Patriarcas,ni la
esperanza de los Profetas,ni el celo de los Apóstoles, ni la constancia de los
Mártires, ni la templanza de los Confesores, ni la pureza de las Vírgenes".
Si María es modelo de todas
las virtudes, los Santos tuvieron en Ella un espejo en donde mirarse, un
estímulo para superarse.
Ella como Madre reprodujo
todas las virtudes, que están al alcance de las personas. La ejemplaridad de
María está en todos los órdenes y para todos los estados.
Nos confirma esto el ejemplo
de los Santos, quienes con el auxilio de María han llegado al grado de perfección
del que en el cielo disfrutan.
No hay estado ni forma
posible de vida que no encuentre en María la virtud o virtudes, que necesitan
para sobresalir en un limpio pugilato de amor a Dios.
La intercesión de María nos
es imprescindible en nuestra vida espiritual todo ello por pura gratuidad de
Dios.
Así nos lo ha contado el
"Doctor Melifluo"
(Maestro que destila miel), quien entre las alabanzas que dirige a María
sobresale la que nos cuenta de su patrocinio y poderosa mediación: "Nada quiso darnos Dios que no pasase por manos de
María. Tal es la
voluntad de aquel que ha querido que todo lo conseguimos por su medio".
Esto nos lleva a la
conclusión de que toda persona santa tiene que ser mariana. Gráficamente nos lo
decía San Juan de Avila. "Más quiero
estar sin pellejo que sin devoción a María".
Muchos se han distinguido
por un singular amor filial a Nuestra Señora, pero todos se han acercado a Ella
como modelo a imitar e intercesora a quien acudir.
San Efrén, diácono (300 -
370) nos indica lo que María es para todos y cada uno de los Santos: "Oh Virgen, Vos sois el júbilo de los Santos".
No hay Santo, si no hay amor
a Dios, y esto supone que amemos lo que El ama, al prójimo, entre los que
tienen derecho al amor de los demás sobresale: María.
Son muchas las razones que
tenemos para amarla:. Es la Madre de Dios, a quien tengo que amar. Es mi Madre,
este es el motivo para amarla. Es la Madre de la Iglesia, a la que
pertenecemos.
El marianismo es una tónica
común a todos los Santos, algunos sobresalen por el espíritu de invocación,
otros por el de alabanza, gratitud, imitación y servicio. Los matices pueden
ser distintos, pero su labor sigue siendo la misma, cumplir la recomendación que
María nos ha dejado en el Evangelio: "Haced lo que El os diga". (Jn. 2, 5).
Los Santos ayudados por
María e imitadores de sus virtudes nunca han superado al modelo, pues, la
santidad está en proporción directa con el amor de Dios y ninguna criatura supera
a María, ya que Ella es la "llena
de gracia".
La misión para la que Dios
la había escogido exigía que Ella sobresaliese entre todos por la santidad, que
es el valor más cotizado por Dios, pues, su amor le hizo acercarse a nosotros
hasta el punto de ser "en todo
semejante a nosotros menos en el pecado", para que
nosotros podamos participar de la naturaleza divina y ser santos.A María la
podemos contemplar en cada una de las virtudes: caridad, esperanza, fe, pureza,
humildad etc.., y veremos como ninguna criatura la ha superado en el ejercicio
de la misma, por eso con toda razón podemos llamarla "Reina de Todos los Santos".
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